LA NUEVA HISTORIA DESMESTIFICA LA HISTORIA TRADICIONAL A NIVEL REGIONAL

LA NUEVA HISTORIA QUEBRANTA LOS MITOS DE LA HISTORIA TRADICIONAL DE BARRANQUILLA

Jaime Colpas Gutiérrez es profesor de Historia de la Universidad del Atlántico, y en calidad de egresado de dicho centro académico, se interesó a mediados de los años 80 del siglo pasado una vez terminado sus estudios de licenciatura en ciencia sociales, junto a otros compañeros suyos, como Luis Alarcón y Sergio Paolo Solano, en investigar a través de archivos, la historia del departamento del Atlántico y su ciudad capital Barranquilla, así como sus personajes, grandes sucesos, situaciones especiales, etc. 
Supuestos galaperos fundando Barranquilla
 El trabajo de los citados lo podemos encausar en lo que se denomina la Nueva Historia del Atlántico; esa historia que hasta entonces no había sido contada y la cual rompía con el tradicionalismo casi parroquial que había manejado la llamada “clase dirigente” de dicho departamento. En sus investigaciones Colpas rompe con una serie de mitos hasta entonces entonados y mantenidos como verdad. He aquí parte de sus discrepancias con los mitos tradicionales y su enfoque de la Nueva Historia. Con esto queremos demostrar el valor de retomar la historia regional como parte de la verdad a la cual debemos llegar.

Señala Colpas que hay construcciones imaginarias en la historia de la ciudad de Barranquilla que deben ser derribadas para proyectar mejor su futuro. 
 
La historia de Barranquilla está llena de mitos y pide a gritos que sea exorcizada para que sea liberada de construcciones borrosas, subjetivas e imaginarias que no explican de manera objetiva la trayectoria de su pasado y su presente.
 
Así lo considera el magister en historia y profesor universitario Jaime Colpas Gutiérrez y que con motivo de las efemérides de la ciudad, vale la pena mencionar.
 
El primer mito lo llama “fundacional de los galaperos y sus rumiantes vacas”. Al respecto señala que la historia de que unas sedientas vacas guiaron a los primitivos pobladores procedentes de Galapa hacia una  ubérrima laguna en los caños del río Magdalena y que fue expuesta por Don Domingo Malabet Castañeda en 1892, no tiene asidero.
 
Esa teoría fue desmontada por el historiador sabanalarguero José Agustín Blanco Barros, quien demostró que  en el proceso genésico de Barranquilla intervinieron dos factores: el pueblo indígena Kamach asentado en el actual área de la ciudad y la hacienda de San Nicolás, de cuya desintegración territorial surgiría el sitio de libres de San Nicolás de Barranquilla  y pequeños estancieros. Colpas lamenta que  aún en algunas instituciones se enseña la historia de los galaperos.
 
El segundo mito la denominó “del progreso, civilización y ciudad pionera”. El historiador James Escobie señaló que la Revolución Industrial sembró la semilla del cambio y varias ciudades costeras dejaron de ser villorios de pescadores para convertirse en grandes puertos y que eso fue lo que le ocurrió a Barranquilla.
 
“El ascenso y crecimiento de Barranquilla que en cinco decenios, contados a partir de la inauguración del ferrocarril a Sabanilla en 1871, y que la convirtió en verdadero puerto aéreo, marítimo y fluvial, la hizo considerar en ese entonces como la única ciudad de Colombia según observadores nacionales y extranjeros. Así pues la lucha  que libró su élite, estuvo permeada por la ciudad pionera, el progreso y la civilización”, anota.
Estación Montoya - Ferrocarril de Sabanilla a Barranquilla
 
Para Colpas, este mito hay que desmontarlo porque excluyó a amplios sectores populares en la construcción histórica de la ciudad colocando a algunas personas como los héroes de las obras cumbres del progreso y la civilización. Por ejemplo en la construcción de Bocas de Ceniza se exaltaron a Tomás Suri Salcedo y  Julio Gerlein, pero omitieron a los braceros, artesanos, obreros fluviales, entre otros.
 
El tercer mito que menciona el docente lo denomina  “mito de la ciudad Parrish y Holoperteniana”. Al respecto indica que Karl Parrish y Samuel Hollopeter, representantes de los banqueros de Chicago son los arquetipos de la inversión gringa que se apoderó de las pobres economías dependientes y periféricas de Latinoamérica.
 
En el caso de Parrish, este se propuso cambiarle la fisionomía de la ciudad porque sabía el lugar que ocupaba en el sistema económico del país como sede regional de la acumulación de capital.
 
“La epopéyica ciudad Parrish se distanció de la urbe premoderna semirural que continuaba con sus aletargadas unidades barriales del continuo popular urbano de casas primitivas con patios de zing, calles incomunicadas y solares visitados por burros y animales domésticos…”. Eran como caras de la misma moneda: la riqueza por un lado y la pobreza, por el otro. “En este oasis de sueños y epopeyas, la ciudad popular fue marginada por la mitología del progreso y la  civilización de la urbe pionera. Las barriadas populares fueron excluidas de los beneficios del acueducto, alcantarillado, pavimentación y zonas verdes”, resalta Colpas.
El cuarto mito es el “de la crisis urbanística, cívica, portuaria e industrial”. En 1954, en una revista, Samuel Hollopeter comenzó a hablar de la crisis urbanística y sanitaria de la ciudad causada por su acelerado crecimiento demográfico como producto de la  inmigración campesina de la violencia fratricida y la crisis de los puertos ribereños.
 
A esa voz se sumaron otras y desde entonces la palabra “crisis” se tomó el imaginario de la ciudad, incluyendo a sus medios de comunicación. Para Colpas, la razón de la crisis no puede ser buscada solo en la macroeconomía o en las políticas económicas centralistas e internacionalistas, sino en el comportamiento cultural del empresariado, la débil frontera agroindustrial del Departamento y el predominio de una cultura política tradicional burocrática.
 
Por último, Colpas se refiere a los mitos culturales. En este grupo incluye el del sabio catalán de quien se dice que dirigió una empresa cultural de trascendencia continental, desconociendo el aporte de Héctor Parias y Julio Gómez de Castro.
 
Otro es lo democrático que es el Carnaval de Barranquilla porque el pueblo sabe conservar su distancia frente a la élite.
De igual forma menciona el del monumento al soldado caído, que fue instalado en el antiguo bulevar del parque Los Fundadores que trastoca el estilo republicano del barrio y el cañón verde del Paseo de Bolívar que busca reflejar  el mito de la ciudad como “remanso de paz” cuando eso no es cierto pues la élite de Barranquilla tuvo un espíritu guerrerista a comienzos del siglo XX.

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