DEBATE POR LA CALIDAD DE LA EDUCACIÓN EN COLOMBIA
Cambio de sistema educativo
Por: Eduardo Sarmiento
Los resultados
de las pruebas Pisa de 2013 han causado un gran desconcierto en los
funcionarios de las últimas administraciones. Algunos de los
responsables han salido a desconocer la influencia de la distribución
del ingreso y a proponer fórmulas puntuales.
La
información presentada en el informe Pisa muestra que el principal
determinante del desempeño escolar en los puntajes es el ingreso. Al
igual que los datos de los años anteriores, los jóvenes provenientes de
hogares de mayores sueldos obtienen las notas más altas y los de menores
ingresos, las más bajas. Sin duda, la distribución del ingreso es la
causa dominante del mal desempeño de Colombia.
El
sector educativo tiene condiciones muy distintas a las de las empresas
comerciales e industriales. Su desempeño depende de condiciones
externas, como el nivel socioeconómico de los estudiantes y las
interrelaciones entre ellos. En un contexto de esta naturaleza, los
criterios del lucro individual y de buen gobierno empresarial no llevan
al mayor nivel de bienestar de la sociedad ni de los estudiantes. Por el
contrario, conducen a un sistema segregado que aísla a los estudiantes
de menores estratos. Las diferencias iniciales de los estudiantes,
determinadas por la tradición cultural y los aspectos cognoscitivos, se
extienden a la vida escolar acentuando las inequidades.
La
política fiscal no ha contribuido a quebrar la estructura. La norma
constitucional, que en un principio obligaba a ampliar la participación
de las transferencias regionales en salud y educación en el presupuesto
nacional, se sustituyó durante la administración Pastrana por un acto
legislativo que la disminuye.
En
efecto, en el presupuesto del presente año se plantea un aumento de 4,8%
de las apropiaciones para el sector educativo; si se tiene en cuenta
que el índice de precios de los servicios educativos aumentó 4,3%, el
incremento real es de 0,5%, inferior al incremento de la población
estudiantil. Al igual que ocurrió en los últimos 12 años, la apropiación
por estudiante evoluciona por debajo del ingreso per cápita y de los
recursos destinados por los agentes privados.
Las
instituciones privadas no salen bien libradas. Ni siquiera hay
diferencia entre la incidencia de los colegios privados de élite y de
los públicos que operan con diferencias de precios y costos hasta de
cinco veces. Los mayores puntajes de los colegios privados no se
explican por los insumos propios de la educación, sino por el ingreso de
los estudiantes. Lo cierto es que la política educativa de los últimos
años no logró elevar la calidad de la educación y compensar los efectos
negativos sobre la distribución del ingreso.
Las
soluciones no guardan relación con el diagnóstico. No van más allá de
mejorar la selección de los profesores y ampliar la jornada escolar. No
se reconoce que mientras se mantenga la estructura segregada, los buenos
oficios en materia educativa son contrarrestados por la distribución
del ingreso.
Frente a este
contexto, lo que se plantea es una nueva organización educativa
orientada a movilizar las externalidades y las características propias
del sector en favor del interés público. Lo primero es la conformación
de un sistema integrado donde los estudiantes de diferentes niveles
socioeconómicos asisten a las mismas escuelas.
En
la práctica se conseguiría ampliando el liderazgo y la cobertura de la
educación pública, tanto en materia financiera como institucional, y
condicionando las enormes exenciones tributarias de los colegios
privados al mantenimiento de un amplio porcentaje de estratos uno y dos,
financiados con becas otorgadas por convocatoria pública.
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