HISTORIA DE COLOMBIA - MÁS ALLÁ DEL 20 D EJULIO
¿Por qué mataron a Caldas y a Torres?
Este año
se cumplen 200 años del fusilamiento de Francisco José de Caldas,
Camilo Torres, entre otros. Con su desaparición se perdió una generación
de ilustrados.
Francisco José de Caldas (1768-1816), Camilo Torres (1776-1816).
Francisco José de
Caldas creía que sus estudios en botánica, su descubrimiento del
hipsómetro –un instrumento para calcular la altitud sobre el nivel del
mar– y sus aportes a la elite intelectual de la Nueva Granada iban a ser
suficientes razones para que el tribunal de justicia española, y, sobre
todo, el general Pablo Morillo lo indultaran. El optimismo de Caldas se
convirtió en decepción: Morillo ordenó ejecutarlo de inmediato por
hacer parte del movimiento independentista neogranadino como capitán del
Cuerpo Militar de Ingenieros. Y también respondió a sus súplicas con
una frase contundente: “¡España no necesita de sabios!”.
Pero
Caldas, fusilado el 28 de octubre de 1816, no fue el único en ser
ejecutado ese año en la Nueva Granada. A la lista se sumaron los nombres
de Salvador Rizo, José María Carbonell, Jorge Tadeo Lozano y Camilo
Torres Tenorio.
Rizo fue el primero en
caer: perteneció a la Expedición Botánica, pero más tarde se enlistó en
el Ejército Libertador y por esa razón fue fusilado el 12 de febrero. A
Carbonell lo ejecutaron el 19 de junio en la plaza de los Mártires de
Santa Fe de Bogotá y, en ese mismo lugar, el Ejército Realista fusiló a
Lozano el 6 de julio. En octubre, Camilo Torres fue capturado en Popayán
y el 5 de ese mes cayó bajo el fuego de los hombres de Pablo Morillo en
Bogotá.
Para el historiador Arnovy
Fajardo, el delito por el que fueron ejecutados era conocido como
infidencia y, según las leyes españolas, este representaba una traición
al rey y debía ser castigado con la vida. Por lo general, la pena era
conmutada por el destierro, para los hombres; y el convento, para las
mujeres, algo que en estos casos no ocurrió.
El
sacrificio de estos próceres se produjo en el marco de la Reconquista
(1814-1819), un periodo posterior al grito de independencia del 20 de
julio de 1810, y en el que España pretendió recuperar el Virreinato de
la Nueva Granada. La campaña, liderada por los generales Morillo y Juan
de Sámano, dejó unos 3.000 ejecutados, entre simpatizantes y líderes,
pertenecientes al movimiento independentista.
Aunque
la historia tradicional del país ha insistido en convertir a estos
hombres en referentes de valentía, heroísmo y patriotismo, las nuevas
interpretaciones históricas manifiestan que su papel en la Independencia
va más allá de sus aportes militares y políticos. Álvaro Tirado,
representante de la corriente de la Nueva Historia en Colombia,
considera que algunos de ellos “también fueron asesinados por su
conocimiento y desarrollo intelectual. La ciencia siempre es subversiva y
así lo creía Pablo Morillo. Para España no era bueno tener una elite
intelectual en un territorio donde la mayoría de habitantes eran
analfabetas”.
Varios historiadores, entre
ellos Fabio Zambrano, coinciden en afirmar que el desconocimiento de la
faceta científica e ilustrada de los llamados padres de la patria
también es consecuencia de una historia contada alrededor de caudillos
como Simón Bolívar, narraciones en las que predomina la noción de los
buenos y los malos en el campo de batalla, y de textos escolares como el
de Henao y Arrubla que pretendían despertar un sentimiento
nacionalista, influenciado por la Iglesia católica.
Otro
de los elementos que explica ese vacío histórico es la desaparición de
la historia como una materia obligatoria en la formación escolar. Germán
Mejía, historiador y decano de la Facultad de Ciencias Sociales de la
Universidad Javeriana, considera que es fundamental atender ese problema
para que los estudiantes colombianos conserven el deber de la memoria y
tengan conciencia de los hechos que sucedieron en el país durante el
proceso de independencia.
A lo largo del
siglo XX, y particularmente en los últimos 50 años, los historiadores
colombianos han empezado a indagar sobre el papel científico de estos
personajes. Por ejemplo, el libro La obra cartográfica de Francisco José
de Caldas (2006) –escrito por Jorge Arias de Greiff, Mauricio Nieto
Olarte, Santiago Díaz Piedrahíta y Santiago Muñoz Arbeláez– recoge
algunos de sus mapas desconocidos y escritos académicos.
Mauricio
Nieto, historiador y docente de la Universidad de los Andes, cree “que
el asesinato de Caldas y de buena parte de la generación de la
Expedición Botánica no solo fue una pérdida política, sino un golpe
fuerte para los proyectos científicos que estaban marchando en ese
momento”. Incluso, todo el material del proyecto impulsado por José
Celestino Mutis fue decomisado por Morillo y enviado inmediatamente a
España.
Las investigaciones históricas
también han demostrado el papel sobresaliente que jugaron Salvador Rizo,
Jorge Tadeo Lozano y José María Carbonell en esa expedición, así como
en la publicación de El Semanario del Nuevo Reino de Granada, un órgano
de difusión del pensamiento científico y cultural de la época en el que
Caldas hacía las veces de editor.
Además,
Lozano fundó en 1801 el periódico Correo curioso, erudito, económico y
mercantil de Santafé de Bogotá, donde se escribían artículos alrededor
de la crisis económica por la que atravesaba el Virreinato a comienzos
del siglo XIX. Entre tanto, Carbonell era asistente de investigación de
Sinforoso Mutis (sobrino de José Celestino) y juntos impulsaron varios
trabajos de botánica.
Camilo Torres fue
otro de los próceres recordados por sus disertaciones políticas, pero no
por sus inquietudes intelectuales. Si bien su afamado texto Memorial de
agravios (1809) ha sido interpretado por sus cuestionamientos a la
crisis de gobernabilidad de la Corona española, este trabajo también da
cuenta de su conocimiento sobre la identidad neogranadina y la
conformación de una nueva nación en los territorios del Virreinato.
A
pesar de que puede ser un ejercicio especulativo desarrollar una idea
sobre lo que habría sido de la República sin la desaparición de estos
personajes, la historiadora Margarita Garrido cree que se perdió una
generación que pensó e imaginó de manera científica e ilustrada el país a
pesar de las circunstancias de guerra que vivió la Nueva Granada entre
1810 y 1819.
El tiempo demostró que a
diferencia de lo que sostuvo Morillo, tanto España como América Latina
sí necesitaban de sabios. De hecho, una de las grandes frustraciones de
Colombia es no haber contado desde sus orígenes con suficientes
intelectuales que construyeran el país desde las artes, la ciencia y la
ilustración. Tal vez así, se habrían evitado dos siglos de confrontación
armada. Semana.com
¡A leer!
Algunos libros recomendados para entender la historia de Colombia, particularmente a lo largo del siglo XIX.
- Historia de Colombia: Jesús María Henao y Gerardo Arrubla. 1910.
- Colombia, una nación a pesar de sí misma: David Bushnell. 2004.
- Historia concisa de Colombia: Germán Mejía y Michael J. LaRosa. 2013.
- La obra cartográfica de Francisco José de Caldas: Jorge Arias de Greiff, Mauricio Nieto Olarte, Santiago Díaz Piedrahíta y Santiago Muñoz Arbeláez. 2006.
- Historia de la revolución de la República de Colombia: José Manuel Restrepo. 1827.
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